Es completamente lógico que la niña llegue a decir
que se quiere “casar con papá”, porque, al ser él su única referencia amorosa,
por imitación a su madre desea lo mismo que ella. Por este motivo “los padres
deben hacerle entender que eso no tiene sentido y que no es lo que realmente
quiere”, explica el psicólogo José Luis González de Rivera.
Sin embargo, durante esta etapa los padres no
siempre toman la actitud correcta y el complejo de Electra no es resuelto de la
mejor forma posible.
Ocurre que a veces el padre se siente tan
halagado por la papitis que “se dejar querer” sin poner muchos límites;
tal vez con ganas de celar a la madre o por sus propias ganas de acaparar todos
los amores. De la misma manera, la madre puede entrar en el mismo juego del padre
y entrar en competencia con la niña; incluso puede amenazar con quitarle su
cariño a la niña si no ignora a papá. O puede suceder que la mamá aliente
esta relación padre-hija para ya no tener que trabajar tanto el papel de
madre.
Si el complejo culmina de esta forma, la niña lo
sufrirá en el futuro encontrándose en situaciones como: nunca encontrar a un
hombre que la haga feliz, ya que ninguno es tan “grande, inteligente,
fantástico” como lo fue su “primer amor”, es decir, su padre.
Por otro lado, puede sentir que está en constante
competencia con otras mujeres debido a que su mamá, la primera mujer en su
vida, nunca dejó de ser la primera “rival”. En otras ocasiones, se puede
observar a algunas mujeres que se caracterizan por una constante búsqueda de atención
e intentan llamar la atención, de forma inconsciente, buscando al padre de sus
fantasías. Y también hay situaciones en que las mujeres tienden a mantener
relaciones con un hombre casado: no por estar con ese hombre en particular,
sino porque, inconscientemente hay un deseo de querer reemplazar a la esposa.
Durante la adolescencia también se pueden presentar
dificultades, tanto para vincularse con otras mujeres como para tomar
decisiones en la elección de pareja.
Para que el Complejo de Electra se resuelva de la
forma más adecuada, la niña debe asumir su derrota, reconocer que la madre es
la preferida, y así disponerse a buscar otro amor. Por el contrario, si
no se rinde a esta evidencia, se generan las patologías que ya han sido
descritas anteriormente.
José Luis González de Rivera, jefe Psiquiatría de
la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, indica: “se supone que (el complejo
de Electra) es una dinámica normal en el desarrollo de las pequeñas, que puede
observarse a partir de los tres años, pero que en un plazo de dos años se suele
resolver de forma natural”.
Al contrario que en los niños con el complejo de
Edipo, el de Electra es “menos claro y pasa más desapercibido” puesto que las
niñas tienen un vínculo muy estrecho con las madres, ya que están gran parte
del día con ellas, lo que les dificulta mantenerse en competitividad con ellas.
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